El arco iris es el fenómeno óptico atmosférico más hermoso de la tierra: no sólo puebla los cielos con su intangible belleza, sino que está presente en la naturaleza de múltiples formas. ¿Dónde se puede encontrar? ¿Es posible reproducirlo a voluntad?
"El arco iris es la auténtica bandera del planeta... cuando lo vemos desplegarse surcando los cielos estamos viendo el símbolo de Dios para la reconciliación. Si rindiéramos más honores a esta bandera que a las de colores que simbolizan las alianzas nacionales, nuestro mundo sería un lugar mucho mejor para vivir. Recordemos esto siempre que veamos un arco iris y sintámonos libres para izar la bandera del planeta siempre que deseemos". Así se expresó Fred Stern durante la ceremonia para la paz y la unidad mundiales celebrada en 1996, donde con la colaboración del sol y de los bomberos desplegó un arco iris gigante por encima del edificio de las Naciones Unidas en Nueva York. Aunque el arco iris de este artista medioambiental (ver recuadro) no fuera "natural" la magia de la ceremonia estaba asegurada. No podía ser de otra forma en el caso de un fenómeno óptico tan bello, además de singular y cambiante. ¿Acaso no resulta cuanto menos curioso que dos observadores, uno al lado del otro, no "vean" el mismo arco iris aunque den descripciones idénticas de las impresiones visuales que el fenómeno produce en ellos? No es menos rara la sensación que produce de alejarse a la misma velocidad a la que se aproxima el espectador, pero no podía ser de otra forma: como todos los efectos ópticos carece de entidad física y sólo existe como imagen momentánea en el ojo del observador.
Magia y olor efímeros
El mecanismo de formación de esta maravilla natural es tan complejo que no sorprende que fuera tan mal comprendido por los sabios antiguos. Ninguno de ellos propuso una teoría válida que explicara científicamente cómo se originaba el arco iris, mientras que algunos creían incluso que "desprendía olor". Plinio, Aristóteles, y hasta Francis Bacon (siglo XVII) así lo afirmaban, pero lo cierto es que nunca se han hecho observaciones científicas en este sentido. Lo más probable es que tal creencia se debiera a una asociación errónea, ya que el arco iris suele aparecer cuando sale el sol tras la lluvia y del ambiente se desprende un olor peculiar procedente de arbustos y plantas, tierra mojada y aire recién lavado.
Al parecer fue el monje alemán Dietrich von Freiberg (Theodoricus) el primero en comprender que el arco iris está causado por dos refracciones y una reflexión dentro de cada gota de agua o lluvia, pero el manuscrito donde explicaba su descubrimiento en la primera década del siglo XIV no se divulgó hasta 1914. Hubo que esperar hasta que René Descartes ofreciera en 1637 una explicación correcta de dicho mecanismo, si bien la comprensión absoluta de la formación del arco iris no tuvo lugar hasta 1666, año en que Isaac Newton demostró que bajo ciertas condiciones la luz blanca se desdobla formando un espectro continuo de siete colores (rojo, naranja, amarillo, verde, azul, morado y violeta) y un número infinito de gradaciones que el ojo humano no puede ver.
Sin embargo, no hacen falta conocimientos ópticos avanzados para disfrutar de la magia de un fenómeno natural presente en la naturaleza de múltiples formas. Aunque a primera vista no los descubramos, acabaremos encontrando arco iris por doquier si sabemos dónde y cómo mirar. Además de los arco iris atmosféricos pueden verse muchos otros al regar jardines y céspedes, en surtidores de agua o en cascadas, en el mar cuando las olas se estrellan contra las rocas, en la estela brumosa que dejan los barcos, en el vapor que dejan los coches cuando atraviesan charcos o en la neblina húmeda de las alas de los aviones. Sin duda, todo el mundo ha disfrutado alguna vez de estos arco iris en miniatura, pero muy pocos han tenido ocasión de contemplar la gama completa, de una variedad y riqueza insospechadas.
Arco iris lunares
No hay "calderos de oro" donde el arco iris parece cruzarse con la tierra, pero a veces se ven columnas verticales de luz en ambos extremos del arco. También hay arco iris con arcos blancos que la óptica meteorológica aún no sabe explicar del todo. Hay otros aún más complejos llamados supernumerarios en los que se observan franjas coloreadas debajo del color violado del arco iris. Existe incluso un "arco iris marino", que se forma en la superficie del mar y que también aparece a veces en las praderas húmedas, en la parte opuesta al sol, y sobre todo hay uno muy poco conocido: el lunar.
Estos "iris" nocturnos con frecuencia son muy pálidos, quizá por ello su efímera y sutil belleza los hace aún más misteriosos: "Este tipo de arco iris -señala Fred Stern- aparece de forma natural una vez cada 25 años de forma que la mayoría de la gente no sabe que existen. Es como un arco iris fantasmal con colores pasteles. Resulta totalmente mágico".
Tan raro es este arco iris lunar que ni siquiera los meteorólogos lo ven con frecuencia. M. Renon (1871), por ejemplo, sólo lo observó tres veces en su vida a pesar de estar siempre contemplando los cielos. Por su parte, su amigo el astrónomo francés Camille Flamarion, a quien debemos esta información, sólo lo vio una vez: "He tenido ocasión de comprobar que la luz de la Luna puede engendrar un fenómeno análogo al arco iris solar, aunque menos intenso. Fue una noche de primavera en Compiegne. Era el 9 de mayo de 1865, a las diez y media de la noche. Era la víspera del plenilunio; el astro estaba a 60º de altura sobre el horizonte oriental. El arco iris lunar se manifestaba en el oeste con una gran limpieza de tonos. Se distinguían los siete colores prismáticos en su orden normal... El día había sido tempestuoso, y un pequeño chaparrón acababa de regar el jardín, lo cual había elevado a la atmósfera los perfumes de las lilas y de los alhelíes, y daba un atractivo particular a aquella dulce noche del mes de María".
El navegante Américo Vespucio (1501) fue más afortunado que Flammarion, ya que en sus cuadernos de bitácora se lee que observó muchas veces "el iris durante la noche", además de meteoros raros en el antiguo continente.
Es una pena que la mayoría de los fenómenos ópticos más bellos que pueden contemplarse en la tierra tengan lugar en el mar, en las más elevadas cimas montañosas o en los polos terrestres y, por tanto, sólo algunos testigos privilegiados como marinos, astrónomos, exploradores o viajeros tienen la oportunidad de maravillarse contemplándolos. Quizá la solución para verlos con más frecuencia sea "crearlos artificialmente". No es factible reproducir auroras boreales, por ejemplo, pero sí podemos crear arco iris de todos los tamaños.
En su empeño por imitar artísticamente a la naturaleza, Fred Stern también "crea" arco iris en escenarios nocturnos: " Hice un arco iris lunar para el Conferencia árabe israelí en un pueblo beduino en las montañas sobre Ahifa y otro en el campamento veraniego Sundown de Nueva York donde se alojan niños con una deficiencia genética que les impide exponerse a la luz diurna".
Sanos o enfermos los niños siempre se deleitan ante la vista de los arco iris, pero no siempre hay artistas como Stern para ofrecérselos, y muchas veces no es posible verlos cuando deja de llover y sale el sol. ¿Qué tal si les enseñemos cómo hacerlos mientras se refrescan regando el jardín?
Para tal fin deberán ponerse de espaldas al sol con una manguera que tenga una boquilla de aspersión o poniendo los dedos en el extremo. Si echan el chorro rociando su sombra mientras agitan la manguera verán un arco iris completo. Si sólo ven la mitad izquierda deberán echar más agua hacia la derecha. Si sólo ven la mitad derecha, deberán hacerlo al contrario. Si lo hacen con amigos podrán correr debajo del arco y si se acercan lo bastante se mojarán pero podrán ver el arco completo flotando enfrente de sus caras.
Cuando hayan aprendido a hacer sus propios arco iris se darán cuenta de que estamos siempre rodeados de ellos. Lo único que hace falta es hacerlos visibles.
ARCO IRIS PARA LA PAZ
Hace más de quince años que el artista medioambiental Fred Stern se dedica a formar arco iris de tamaño natural en ceremonias de apoyo a la humanidad y al planeta. Por dicho trabajo ha recibido cinco galardones del National Endowment for the Arts y numerosas subvenciones de organismos locales y privados en apoyo de su trabajo. Aunque sus arco iris han sido vistos en algún país de habla hispana (México, 1999), todavía son desconocidos en España. Tal vez haya llegado el momento de hacerlo participar en alguna ceremonia oficial contra el terrorismo o para apoyar a las víctimas del cáncer, el sida o cualquier otra causa social.
Además de agua, aire y sol, para tales eventos es precisa la colaboración de muchas personas: una organización patrocinadora, un departamento local de bomberos, gente que asista y disfrute del mismo. Stern utiliza un programa de ordenador para analizar el sitio y determinar la hora y posición óptimas para el evento.
Si el lugar donde se va a celebrar la ceremonia tiene río o mar, Stern emplea barcos contra incendios para generar la vaporización necesaria. Así no hay problemas con el suministro y el desagüe. De otra forma utiliza coches de bomberos. En zonas de sequía intenta limitar el consumo de agua a cien dólares. Una forma de compensar el gasto es pidiéndole a la gente que ahorre agua tirando de la cadena del váter una sola vez al día o saltándose una ducha.
"Estos arco iris duran tanto tiempo como se lance agua al aire. Normalmente entre quince minutos y una hora", -explica Stern. Hasta ahora los más grandes los ha realizado en San Francisco y Chicago donde poseen barcos contra incendios con gran capacidad. Actualmente está terminando un libro titulado The Rainbow Maker's Handbook, donde explica todo lo que hace falta para crear arco iris.
ESCALERA A LOS CIELOS
Aunque los pueblos de la tierra tienen diferentes creencias y formas de ver y comprender las mismas cosas, en lo relativo al arco iris podría decirse que, salvo contadas excepciones, hay "consenso": todos reverencian la magia de su belleza y le adoran como el símbolo más hermoso del poder infinito del Dios creador.
En algunas culturas se le visualiza como el dobladillo de las vestiduras de Dios (samoyedos de Siberia, indios cherokees y nativos de Groenlandia), mientras que para los yukis de California se convierte en el traje multicolor del Gran Espíritu que creó el universo. Otras veces es una corriente de agua de la que beben las almas en el cielo (Nueva Zelanda), o el arco de la casa de la reina del paraíso (zulúes de Sudáfrica), o el brazo de un dios conquistador (Mozambique), o el juguete o fetiche que utiliza el creador para poner fin a una tormenta (tribu mojave de Arizona), o el recipiente que Dios utilizó para poner sus pinturas mientras coloreaba a los pájaros (mito germano de la creación).
Al margen de estas interpretaciones la más frecuente en casi todas las culturas considera al arco iris un puente, escalera o sendero a los mundos superiores por donde suben y bajan a la tierra dioses y santos, mientras que las almas entran en el paraíso. Así lo creen desde Hawai hasta la Polinesia pasando por Austria, Japón, Nueva Zelanda y los indios de Norteamérica.
En alquimia el arco iris es un importante símbolo que representa el final de las tormentas y la oscuridad y se considera como el signo de la llegada de la luz bajo cuyo reino de paz los elementos básicos pueden por fin transmutarse en oro.
MÁS INFORMACIÓN:
Publicado en Año Cero, nº 122, septiembre 2000, páginas 58-61.
© Isabela Herranz
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