sábado, 9 de octubre de 2010

NOVALIS: ¿POETA O MÍSTICO?

EN EL REINO DE LA FLOR AZUL

¿Existió alguna vez el reino de la flor azul? ¿Dónde se encontraba? El poeta Novalis nos lo legó. Ahora, en el bicentenario de su muerte, este reino de insólita belleza recobra actualidad y valor.

"El 25 de marzo de 1801 solicitó a su hermano [Karl] que le llevara unos libros, luego pidió el desayuno y conversó afectuoso hasta las nueve con las personas que le rodeaban. Según sus deseos, su hermano se sentó al piano y comenzó a tocar. Novalis se durmió escuchando la música y ya no se despertó nunca más". Así describía Ludwig Tieck el paso a la otra vida de su gran amigo Novalis, uno de los poetas más singulares de la literatura alemana, seguidor del "camino misterioso que va hacia el interior".

Esa mañana de marzo ya la había descrito el poeta en su diario: "Sé cuando vendrá la última mañana, cuándo dejará la Luz de ahuyentar a la Noche y al Amor, cuando el dormir, ya eterno, no será sino un único sueño inextinguible".

Ahora, doscientos años después de su muerte, la lectura de su obra resulta indispensable en lo referente a la búsqueda personal e interior y para transitar de nuevo por los caminos sobrenaturales de la infancia. Novalis, que tanto hablaba del caminar sin meta ni fin, recorrió dichos caminos y logró encontrar el reino donde crecía la "flor azul". Lo describió en una extraña novela mística, inacabada y de publicación póstuma: Enrique de Ofterdingen, inspirada en la leyenda de un trovador del siglo XII del mismo nombre.

Un reino inalcanzable
Novalis inició Enrique de Ofterdingen con el famoso sueño de la "flor azul", símbolo de la poesía. En dicho sueño, próximo a la alegoría, nos encontramos con una rara geografía: grietas en las rocas, cascadas y torrentes que se remontan sin dificultad, luz inmaterial que se filtra por todas partes. El protagonista, contrafigura del poeta, vislumbra un paraíso donde crece la flor azul y desde entonces ese espacio inefable adquiere para él más realidad que la realidad misma. En su búsqueda de la flor, Enrique tiene que atravesar diversas etapas guiado por los sueños en cuya esencia superior cree: son la vía para conocer sus secretas regiones interiores. Tras numerosas aventuras en pos de la flor maravillosa, un amanecer en Turingia, con el horizonte azul evocador de la sublime aparición, brotan en el poeta "las viejas melodías de su alma". De esta forma, la poesía -concebida como un instrumento de reconciliación mágica, de transfiguración real del mundo- triunfa y el héroe se extasía en la contemplación absoluta de la flor. Ha alcanzado la plena consciencia que le permite percibir, en un destello relampagueante, la unidad consigo mismo. ¿Cómo llegó el poeta a alcanzar ese estado de intensa percepción espiritual, equiparable al éxtasis que experimentan los místicos?

Por lo que dejó escrito, sin duda Novalis tenía gran facilidad para conectar con estados del alma propicios para esas revelaciones: "El fenómeno se produce de manera particularmente asombrosa a la vista de ciertas personas, de ciertas caras humanas, sobre todo de ciertos ojos...; al oír ciertas palabras, al leer ciertos pasajes, y cuando se hacen ciertos descubrimientos sobre la vida, el universo, el destino. Muchos azares y fenómenos naturales, tal o cual hora del día, tal o cual momento de las estaciones, nos dan experiencias semejantes". Además de lo anterior y, a la vista de su obra y corta vida, podría decirse que fueron la Muerte, la Noche y el Sueño, aliados inseparables de su alma, los que realmente le ayudaron en su peregrinar hacia la flor azul, es decir, hacia su propia madurez poética.

La tumba del éxtasis
Pocas veces la muerte de un ser querido ha incidido tan plenamente en el proceso creativo como en el caso de Novalis. Su pensamiento no se desenvolvió en toda su amplitud y originalidad sino después de su conversión a la muerte, es decir, cuando su prometida Sophie von Kühn -que murió de tisis a los quince años-, le entregó la llave del éxtasis. El hermano menor de Novalis -Erasmus- moriría casi un mes después, pero fue sobre todo la muerte de Sophie la que dejó en el poeta una huella imborrable. Así lo ha expresado Albert Béguin en su obra El alma romántica y el sueño: "Novalis halla en la muerte de Sophie la enseñanza que lo persuade a emplear toda su voluntad en transfigurar la vida, en vivirla plenamente, hic et nunc, según la ley del más allá".

En los cuatro años siguientes Novalis no sólo prosiguió sus estudios de filosofía y comenzó otros nuevos, sino que creó el grueso de su obra literaria. Según recoge Cecilia Dreymüller, "tras unos meses de luto se volvió más productivo que nunca, empezó a estudiar minería y se prometió con Julie von Charpentier, con la que se quería casar en cuanto lograra una posición estable. En esta época fértil nacieron muchos poemas, los fragmentos de novela Los discípulos en Sais, Enrique de Ofterdingen y Los cantos espirituales. Tenía muchos planes de futuro y escribía incansablemente".

Los poemas de Himnos a la noche, su obra poética fundamental, los concibió como una sublimación a una dimensión mística de su amor por Sophie. La conoció en 1794, cuando ella tenía doce años: "Quince minutos cambiaron mi vida", escribió en una carta a su hermano Erasmus. Novalis se había prometido con ella a los veintidós años, pero este amor -según algunos críticos injustificado porque al parecer la chiquilla era poco menos que iletrada, caprichosa, y demasiado pueril para su edad- no se extinguió con el fallecimiento prematuro de ella, todo lo contrario. "Lo que siento por Sophie es religión, no amor", escribiría el poeta en su cuaderno de notas. Novalis se exaltó ante la amenaza de su muerte y durante los últimos meses de vida, trató de "olvidar la pesadilla de su destino". El fatal desenlace sobrevino y el poeta -tras recuperarse del total abatimiento inicial- pronto encontró una nueva amante: la tumba de Sophie. Ella pasó a convertirse en "la amante de su nueva vida y el lugar de su propia santificación".

Tras su primera visita a la tumba de Sophie, menos de un mes después de su fallecimiento, Novalis escribía a su amigo Friedrich Schlegel que la proximidad de su tumba ejercía sobre él una atracción cada vez más fuerte y consoladora: "Su muerte ha sido un azar divino -la clave de todo-, una etapa maravillosa y bienvenida".

En el mes de mayo, dos meses después de la muerte de Sophie, Novalis pasó una temporada en Grüningen con los padres de ella y visitó su tumba a diario. Allí, al atardecer, experimentaba unos momentos de felicidad y entusiasmo arrebatadores, en los que sentía que su amada estaba a punto de regresar de la muerte y aparecérsele. Tal era la emoción que Novalis sentía en este lugar que en alguna ocasión llegó incluso a ver a Sophie, presente a su lado, durante largos momentos. Aquellas visitas a la tumba amada alimentaron su exaltación hasta llevarle al éxtasis: "Relámpagos de entusiasmo / dispersé la tumba de un soplo, como si fuese polvo / eran siglos parecidos a instantes / la sentía muy cerca / a cada minuto creía que ella iba a aparecer".

La Noche y el Sueño
Si la muerte de su prometida fue el detonante del genio poético de Novalis, el sueño se convirtió en la vía de la esperanza infinita y del auto-conocimiento: "El sueño, aun el más desordenado, ¿no es acaso un fenómeno singular que, sin invocar siquiera un origen divino, abre una preciosa desgarradura en la misteriosa cortina que cae, con sus mil pliegues, hasta el fondo de nuestra alma? El sueño es una protección contra la regularidad y la cotidianidad de la existencia, una libre recreación de la imaginación cautiva, en la cual entreteje ésta todas las imágenes de la vida, juego infantil cuya alegría interrumpe la perpetua gravedad del adulto. Sin el sueño, envejeceríamos más aprisa, y podemos considerar a cada uno de ellos, si no como venido directamente del cielo, por lo menos como un divino viático, un amable compañero en nuestra peregrinación hacia el santo sepulcro".

Si el sueño fue para Novalis la puerta de acceso al reino de lo intemporal, la Noche, en especial la noche interior, fue para él la gran reveladora, la fuente oculta de sus sentimientos de donde surgía un mundo plagado de imágenes: "En nuestros abismos es donde nos superamos, donde somos más que nosotros mismos, donde el universo está en nosotros... Soñamos con viajes a través del universo; pero ¿acaso no está en nosotros el universo? Las profundidades de nuestro espíritu nos son desconocidas. El camino misterioso va hacia el interior. Si en alguna parte está la eternidad, con sus mundos, el pasado y el porvenir, es dentro de nosotros mismos". En esas regiones interiores se encuentra el reino de la flor azul donde Novalis se convierte en uno de los grandes poetas del espíritu. Su traductor al español Rudolf Hüsler ha señalado que "nos encontramos ante uno de los pocos capaces de demostrar que el alma, en contra de cualquier duda, existe". Su existencia para algunos privilegiados se manifiesta en forma de flor azul.

La Internationale Novalis-Gesellschaft tiene su sede en el castillo de Oberwiederstedt donde Novalis nació. Alberga un Museo y un Centro de Investigación del Romanticismo: www: http://www.uni-leipzig.de/~angl/novalis/
e-mail: schloss-oberwiederstedt@t-online.de

www.textgalerie.de/novalis

LA FLOR AZUL

El importante significado metafísico de la flor azul se explica por una parte porque la flor es "una imagen arquetípica del alma", según la definición de Anna Teillard y "una emanación numinosa del inconsciente", según Carl G. Jung. En cuanto a su color, el azul es el más profundo, puro, frío e inmaterial de los colores y por ello se considera símbolo de la irrealidad onírica y sugiere una idea de eternidad serena y elevada, sobrehumana o inhumana.

"El azul no es de este mundo", expresa Jean Chevalier al referirse a la forma en que el pensamiento consciente deja poco a poco lugar al inconsciente, igual que "la luz del día deviene insensiblemente luz de noche, azul de noche".Este símbolo de la eterna añoranza, del poder de la imaginación y de los mundos de ensueño se convierte en la imagen central de las visiones de Novalis. Así pasa a convertirse en un símbolo de la poesía y la nostalgia entre los románticos: es inaccesible y tiene que seguir siéndolo.


UN ICONO ROMÁNTICO

Friedrich Freiherr von Hardenberg, Novalis, es uno de los escasos poetas que goza de una fama y veneración casi hagiográficas. En esto ha tenido mucho que ver su legendaria biografía, aparte de la imagen de poeta lánguido y vaporoso que de él crearon sus amigos -especialmente Ludwig Tieck y los hermanos Schlegel- y él mismo. Tanto aplicó Novalis su programa poético a su persona que tras su temprana muerte se convirtió en icono, en la encarnación misma del espíritu romántico. Pero no todo era "poesía pura" en él: aunque se le conoce como el poeta del alma, el hombre de la flor azul, su extraordinaria curiosidad intelectual y una gran precisión de espíritu le incitaron a emprender una inmensa investigación sobre el saber humano: "Estaba iniciado en todas las ciencias e hizo de ellas un uso particularísimo, como nos lo hace ver su predilección por las matemáticas. Todas las tendencias profundas de su ser lo impulsaban a buscar, con ayuda de las adquisiciones científicas más diversas, una fórmula del universo, única y soberana... Espíritu religioso ante todo, encariñado con los secretos y los progresos del alma, atrajo hacia su experiencia personal lo que para otros no pasaba de comprobación objetiva. Novalis, gran iniciador de los filósofos de la naturaleza los supera a todos", expresa Albert Béguin.

Poeta contradictorio, místico profano y libertario religioso, dejó una tremenda cantidad de aforismos, anotaciones, comentarios, etcétera, pero todavía está por hacer un trabajo sistemático sobre estos textos que tuvieron gran resonancia entre los intelectuales de su época y fueron rescatados posteriormente en los círculos antroposóficos de Rudolf Steiner.


PREDESTINACIÓN DE FECHAS

Los Himnos a la noche fueron publicados por primera vez en 1800 en Athenaeum, una revista literaria editada por August Wilhelm Schlegel y su hermano Friedrich Schlegel. Siete meses después de su publicación Novalis moría de tisis, igual que la musa inspiradora de su obra poética, Sophie von Kühn. La vida de esta muchacha -inmortalizada por el amor del poeta- estuvo marcada por tres acontecimientos que se produjeron en el mismo mes: nació el 17 de marzo de 1782, se prometió secretamente con Novalis el 15 de marzo de 1795 y murió el 19 de marzo de 1797. Novalis -quien se había enterado de la muerte de ella el día 21- llegó incluso a pensar en una predestinación de fechas y escribió: "¿Cómo no esperar que yo la seguiría el 23?" Lo sorprendente es que el poeta murió el 25 de marzo de 1801.

 Publicado en Más Allá, nº 173, julio 2003, páginas 38-42.
© Isabela Herranz

2 comentarios:

  1. Muy buen artículo. Me gustó bastante el manejo de la información, y me ayudó más que otras páginas y blogs. ¡Gracias!

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